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Mejorar el uso de la energía para los sistemas alimentarios

18 June 2012

MUNDO - La elevada dependencia de la agricultura de los combustibles fósiles está socavando la capacidad del sector para alimentar al planeta, perpetuando la pobreza y minando los esfuerzos para construir una economía mundial más sostenible, afirmó la FAO.

La advertencia coincide con la presentación por parte de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) de un estudio sobre la producción alimentaria "energéticamente inteligente" en vísperas de la próxima conferencia Río+20 sobre desarrollo sostenible, en la que los desafíos energéticos mundiales ocuparán un lugar destacado en la agenda.

El estudio de la FAO demuestra que, en conjunto, los sistemas mundiales de producción alimentaria -desde las explotaciones agrícolas donde se cultivan los alimentos a las etapas posteriores de procesado y comercialización- consumen el 30 por ciento de toda la energía disponible.

La mayor parte del consumo de energía -el 70 por ciento- se produce una vez que los alimentos han salido de las explotaciones agrícolas, ya que éstos se transportan, procesan, envasan, envían, almacenan, comercializan y preparan.

Y una cantidad significativa de toda la energía utilizada en la cadena alimentaria -alrededor de un 40 por ciento- simplemente se pierde debido a las pérdidas y desechos de alimentos (a nivel mundial un tercio de todos los alimentos, alrededor de 1.300 millones de toneladas, se tira o se desperdicia cada año).

Mientras tanto, casi 3.000 millones de personas tienen acceso limitado a servicios energéticos modernos para calefacción y cocina, y 1 400 millones tienen acceso limitado a la electricidad o carecen de él, señala el informe de la FAO.

El informe también destaca que, sin acceso a la electricidad y a fuentes de energía sostenibles, las comunidades tienen pocas posibilidades de alcanzar la seguridad alimentaria, y ninguna oportunidad de asegurarse medios de vida productivos que puedan sacarles de la pobreza".

Alimentos y energía: un estrecho vínculo

"Para alimentar al planeta, los sistemas mundiales de producción alimentaria necesitan energía. Al mismo tiempo, la producción de alimentos no sólo está utilizando energía, también la está desperdiciando. Sin embargo, hay grandes oportunidades para mejorar la eficiencia energética en la cadena alimentaria, así como para producir energía sostenible en la agricultura - estas oportunidades se deben explorar con valentía, y espero que ocupen un lugar destacado en los debates de Río+20", aseguró el Director General de la FAO, José Graziano da Silva

En la próxima Cumbre de Río sobre Desarrollo Sostenible, se espera que los gobiernos hagan un llamamiento para ampliar la iniciativa de la ONU Energía Sostenible para todos, que tiene como objetivo garantizar el acceso universal a los servicios básicos de energía, mejorar la eficiencia energética, duplicar la cuota de las energías renovables en el mercado energético mundial, y fomentar el desarrollo bajo en emisiones de carbono.

Se necesita un nuevo paradigma para el uso de energía en la agricultura

"Las fuentes baratas de energía son cada vez más escasas, y los mercados de energía más volátiles", afirmó Alexander Müller, Subdirector General de Recursos Naturales y Medio Ambiente de la FAO.

"Alimentar a una creciente población mundial requerirá aumentar la producción de alimentos en un 60 por ciento para el año 2050, pero no vamos a ser capaces de cumplir ese objetivo tal y como lo hicimos durante la Revolución Verde, dependiendo de los combustibles fósiles", dijo Müller. "Es necesario un enfoque muy diferente", añadió.

Producción de "alimentos energéticamente inteligentes"

Según la FAO, el modelo de producción alimentaria más inteligente a nivel energético implica:

  • Aumentar la eficiencia del uso directo e indirecto de energía en los sistemas agroalimentarios, sin disminuir la productividad.

  • Utilizar más energía renovable en sustitución de los combustibles fósiles en la cadena agroalimentaria.

  • Mejorar el acceso a los servicios de energía, en particular a la energía renovable, para los hogares pobres y fomentar así el desarrollo económico a través de una mayor integración de la producción alimentaria y energética.

En cada etapa de la cadena alimentaria, se pueden adaptar las prácticas para reducir el consumo de energía, según el nuevo documento de la FAO.

Labrar el suelo para preparar la tierra suele ser la operación que más energía consume del ciclo de cultivo. La agricultura de conservación, la labranza cero y otras técnicas agrícolas sostenibles de intensificación pueden reducir la cantidad de energía utilizada en las explotaciones agrícolas.

Otras medidas que pueden adoptarse a nivel de la explotación agrícola son aumentar la utilización de motores de bajo consumo de combustible, reducir la dependencia de los abonos y plaguicidas no orgánicos mediante la adopción de técnicas integradas de lucha contra las plagas y las malas hierbas, y cambiar a variedades de cultivos y razas de animales que requieran menos insumos.

Otro campo de acción: hacer frente a las pérdidas de agua y otras ineficiencias en los sistemas de riego, las cuales disminuyen la eficiencia energética general de la agricultura y aumentan los costes de producción.

Por último, existen diversos ejemplos en los que la utilización de energías renovables (solar, eólica, centrales minihidráulicas y bioenergía) en sistemas agrícolas y aldeas mejora la agricultura y los medios de vida rurales.

Eficiencia post-cosecha, energía de la producción alimentaria

Dado que la mayor parte de las pérdidas energéticas en la cadena alimentaria suceden fuera de la explotación agrícola, hay mucho margen para mejorar el transporte de alimentos y la infraestructura relacionada: mejor aislamiento de las instalaciones de almacenamiento, reducción del embalaje, disminución de los desechos de alimentos, y cocina más eficiente, según el informe de la FAO.

Los sistemas agroalimentarios también pueden producir una gran cantidad de energía. Los residuos de biomasa procedentes de la producción y preparación alimentaria y forestales, y otras energías renovables como la eólica, solar, minihidráulica y geotérmica son posibles fuentes de energía renovable que pueden ser aprovechadas en sistemas alimentarios energéticamente inteligentes.

Hasta ahora los esfuerzos para aprovechar los desechos animales y otros subproductos orgánicos para generar energía se han centrado en las explotaciones agrícolas, pero podría hacerse lo mismo en las instalaciones de procesado de alimentos.

Sin embargo, los riesgos y beneficios derivados de la producción de energía en la cadena agroalimentaria deben sopesarse cuidadosamente.

Nueva asociación

Para ayudar a avanzar en este modelo, la FAO ha puesto en marcha un Programa de alimentos energéticamente inteligentes en función de la población y el clima (ESF, por sus siglas en inglés), una iniciativa de múltiples socios que tiene como objetivo ayudar a los países miembros a adoptar sistemas agroalimentarios más inteligentes a nivel energético.

El programa se centra en tres áreas temáticas: eficiencia energética, diversificación energética a través de las energías renovables y mejora del acceso a la energía y de la seguridad alimentaria mediante la integración de la producción alimentaria y energética.

Del equipo de redacción de ElSitioAvícola



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