Editorial – El desafío de los cultivos modificados genéticamente
La adopción de cultivos genéticamente modificados orientados al cultivo comercial despierta entre la población una desconfianza cada vez mayor respecto a su seguridad personal.
Debido, en parte, a la preocupación del consumidor por los efectos de la tecnología, los cultivos genéticamente modificados se han extendido por el mundo de forma desigual. Han encontrado una fuerte resistencia en la Unión Europea, pero han sido recibidos con entusiasmo en Estados Unidos.
Hoy, el 80% del maíz y la soya cultivados en EUA han sido genéticamente modificados. Brasil es el segundo mayor partidario de los cultivos sometidos a la ingeniería genética, ya que un 75% de la soya y un 56% del maíz son modificados genéticamente.
En comparación con esas dos potencias de cultivos modificados, el grado de adopción de China es más modesto, indica un artículo de la Universidad de Wharton en Pensilvania, EUA, escrito en julio de este año. (Lea el articulo original al hacer clic aquí).
La población china debería alcanzar los 1.390 millones en 2015, y el Gobierno estima que el consumo nacional de granos llegue a 572,5 millones de toneladas en 2020. Actualmente hay 1.300 millones de personas que alimentar y poca tierra disponible para hacerlo.
Sin embargo, se espera que China aumente el alcance de sus cultivos genéticamente modificados, a pesar de la desconfianza de la población en cuanto a la seguridad de los productos modificados que pasarán a integrar la cadena de alimentos.
En 2011, China estableció como meta una cosecha anual de 540 millones de toneladas de granos. En 2011, el país registró un valor récord de 571 millones de toneladas de granos producidos. El esfuerzo de China, sin embargo, se ha mostrado más exitoso en algunos cultivos que en otros.
China es un importador neto de soya: el país espera importar 56 millones de toneladas métricas de soya durante el periodo 2011-2012. A pesar de la producción récord de maíz en 2011, el Departamento de Agricultura de EUA (USDA) estima que China tendrá que importar 4 millones de toneladas de maíz para atender la demanda de este año.
En 2008, las autoridades chinas aprobaron la utilización de un tipo de soya genéticamente modificada. En 2008 y 2009, el Gobierno emitió también certificados de aprobación para dos tipos de arroz genéticamente modificado y un tipo de maíz.
Pero la aprobación del arroz genéticamente modificado en 2009 llamó la atención de los consumidores. Un estudio hecho por la Universidad de Qinghua constató que un 70% de los entrevistados se oponían a la comercialización del arroz modificado genéticamente.
En respuesta a esto, las autoridades chinas sacaron de forma reciente un proyecto de ley para limitar la investigación de alimentos genéticamente modificados, experiencias de campo, producción, ventas, importación y exportación de semillas de granos modificados genéticamente.
Todas esas dificultades sumadas al ritmo lento de adopción de la modificación genética en China no han impedido a las empresas agrícolas internacionales invertir en el país. Estas empresas creen que buena parte de esa tecnología será desarrollada en China.
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