Conclusiones sobre los brotes de influenza aviar en Indiana
A principios del mes de marzo, el Servicio de Inspección de Sanidad Agropecuaria del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA/APHIS) publicó un informe epidemiológico preliminar sobre los casos de influenza aviar que se notificaron en Indiana en enero.
El pasado mes de enero de 2016, las autoridades sanitarias confirmaron un brote de influenza aviar de alta patogenicidad (H7N8) y ocho brotes de influenza aviar de baja patogenicidad (H7N8) en Indiana. Los brotes se notificaron rápidamente y la respuesta fue buena.
APHIS aunó fuerzas con la Junta de Salud Animal de Indiana y la industria avícola para completar una serie de investigaciones que permitieran analizar diferentes aspectos (epidemiológicos, geoespaciales y pruebas de laboratorio) sobre estos brotes.
Estas investigaciones hasta la fecha han arrojado varias conclusiones. Entre ellas destaca que los análisis genéticos de los virus señalaron que todos los virus estaban dentro del linaje de aves silvestres norteamericanas y que los de alta y baja patogenicidad eran similares, de hecho, solamente se produjo la mutación hacia alta patogenicidad en una de las granjas. Sin embargo, APHIS tomó muestras de aves silvestres en las instalaciones infectadas y no se encontró el nuevo virus H7N8.
Por otro lado, un factor que podría haber contribuido a la introducción y persistencia del virus fue el tiempo atmosférico, que en el condado de Dubois en Indiana fue más cálido y húmedo que en los años anteriores.
Por otro lado, APHIS analizó las características físicas y de manejo en las instalaciones afectadas y, dentro del análisis, había ciertas prácticas de riesgo, identificadas ya en los brotes de 2015. El análisis inicial del APHIS señaló que los avicultores habían eliminado algunas de estas prácticas de sus rutinas diarias. Sin embargo, algunas de esas prácticas todavía persistían.
El informe preliminar indica que todavía hay que permanecer vigilantes en los próximos meses y mantener buenas prácticas de bioseguridad.
Que el caso de los brotes de influenza aviar se haya controlado sin mayores problemas es una señal clara del aprendizaje que la industria avícola estadounidense ha hecho a partir del mayor brote de influenza aviar que su industria sufrió en 2015. Además, es positivo que se observe una reducción de las prácticas de riesgo en las instalaciones avícolas.
Sin embargo, los avicultores no pueden bajar la guardia. Relajarse y olvidar las lecciones aprendidas puede suponer consecuencias muy graves cuando hablamos de problemas sanitarios en avicultura.
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