Nuevo golpe para la industria cárnica europea: etiquetado deficiente.
Los consumidores y la industria cárnica no han olvidado aún el informe de la OMS que relacionaba la carne roja y procesada con el cáncer colorrectal (a pesar de la aclaración que emitió la OMS poco después), y en el mercado de la UE ya se ha asestado un nuevo golpe a la industria cárnica.
La Organización de Consumidores Europeos (del inglés, BEUC) publicó recientemente un informe que advierte de las prácticas engañosas en el etiquetado de los productos a base de carne en la Unión Europea (UE).
Este informe de la BEUC, realizado a partir de los análisis llevados a cabo por siete organizaciones de consumidores en siete países, incluido España, revela que los productos a base de carne no siempre están etiquetados adecuadamente o no contienen los ingredientes correctos.
En el análisis, las organizaciones de estos siete países, que forman parte de la BEUC, analizaron las etiquetas, los ingredientes y si existía presencia de aditivos ilegales o que no se declaraban en la etiqueta.
Los resultados mostraron que con frecuencia los nombres de los productos eran confusos, las etiquetas estaban incompletas (en muchos casos no se indicaba el porcentaje exacto de carne que contenía el producto), se usaban aditivos alimentarios ilegales, se usaba carne separada mecánicamente y no se indicaba o, incluso, el uso fraudulento de otras especies como sustitutos (por ejemplo, se vendía kebab de pavo como si fuera de ternera).
En Europa todavía se recuerda el escándalo de la carne de caballo por carne de ternera de 2013, que sacudió a varios países en la región y que puso de manifiesto que la trazabilidad y la inocuidad alimentaria estaban fallando en la industria cárnica europea.
La BEUC demanda a través de este informe, y después de analizar las conclusiones, que se realicen análisis en estos productos con más frecuencia para garantizar que se ofrece a los consumidores una información adecuada al producto que se ofrece pero también que las medidas antifraude sean prioritarias para la UE.
Además, solicitan que se hagan más controles sobre la adición de agua a estos productos y que se indique claramente en la etiqueta. También solicitan a los Estados Miembros que pongan más énfasis en aplicar las normas de la UE sobre qué aditivos y en qué cantidad se pueden usar en los productos a base de carne.
En el caso de España, los resultados proceden de un estudio de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), publicado el pasado febrero, que detectó en una veintena de marcas de preparados de carne picada de vacuno un alto nivel de aditivos y otras especies de carnes, como cerdo y ave, o con baja calidad e higiene deficiente.
Según el análisis de la OCU, en muchos casos la cantidad de carne de vacuno de este producto era inferior al 80%. Además, el análisis demostró que la gran mayoría de la carne picada que se vende envasada contiene sulfitos, espesantes y aditivos en generosa cantidad. La OCU indicó que, en muchos casos, se comercializa un producto deficiente y, en casos concretos, incluso un producto que no cumplía con los requisitos legales.
La Organización ya denunció entonces lo que ahora denuncia a nivel europeo la BEUC: el consumidor normalmente no se entera de qué está comprando, pues la mención no aparece de forma clara, sino que en el etiquetado se resaltan otros conceptos y aparece en menor tamaño la realidad.
Es necesario que las autoridades pongan especial atención en el correcto cumplimiento de las normas que garantizan a los consumidores la compra y el consumo de productos de calidad. De otro modo, salen perjudicados los consumidores pero también la industria cárnica y alimentaria.
Con estudios que ponen de manifiesto las deficiencias de estos productos, se alimenta la desconfianza del consumidor hacia los productos cárnicos y podría terminar afectando a los patrones de consumo cárnico y, por ende, a la industria cárnica.
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