¿Y si la bioseguridad no fuera suficiente?
La preocupación de la industria avícola estadounidense ante el virus de influenza aviar que está acabando con las aves del país, lejos de disminuir, aumenta.
Hasta ahora, unos 25 millones de pavos y ponedoras comerciales han muerto o se han sacrificado a causa del brote de influenza aviar H5N2. En el caso de las ponedora las cifras son estremecedoras: un estimado de 16 millones de gallinas ponedoras de huevos, solo en el estado de Iowa, están infectadas o se presume que lo están.
El desconcierto en la comunidad científica es grande: los científicos en el Departamento de Agricultura, los Centros de Control y Prevención de Enfermedades y otros organismos federales no entienden cómo el H5N2 sigue propagándose a pesar de las medidas de bioseguridad en las explotaciones comerciales, mientras que en los gallineros de traspatio prácticamente no hay muertes a pesar de su desprotección.
Esto señala que, a pesar de que se ha culpado a las aves silvestres migratorias de portar el virus, no está claro cómo ha seguido propagándose, dado que una gran parte de las aves infectadas se alojan en establecimientos cerrados.
Los científicos conjeturan que roedores o pequeñas aves silvestres que entraron a los corrales en busca de alimento transportaron el virus. Puede ser culpa de las moscas, ya que se encontró el virus aviar en esos insectos durante un brote en Pennsylvania en 1983 y en Japón en 2004.
El jefe de veterinaria del departamento de Agricultura postuló que el viento lleva polvo y plumas con el virus.
Las medidas de bioseguridad que se siguen en los establecimientos avícolas incluyen mudarse de ropa y calzado antes de entrar a los criaderos, desinfectar los equipos y vehículos y planificar cómo se distribuyen los trabajadores.
Sin embargo, el virus sigue su avance imparable. Jim Roth, director del Centro de Inocuidad Alimentaria y Salud Pública del estado de Iowa, señalaba que "algo tiene que transportar el virus dentro [de las instalaciones avícolas]". Sugirió que el más mínimo fallo en las medidas de bioseguridad pueda permitir que una pequeña cantidad del virus entre los galpones y que "una vez que un ave se infecte, lo propague en el interior del galpón".
Mientras que los avicultores tratan de prevenir más focos de este brote con las medidas a su alcance, los investigadores siguen tratando averiguar qué está fallando y por qué la bioseguridad que se aplica en las instalaciones no está siendo suficiente para parar el brote. Sin embargo, reconocen no tener demasiada información al respecto y expertos como la Dra. Sally Noll, de la Universidad de Minnesota, reconocen que se están basando en información histórica sobre el virus para tratar de averiguar cómo se propaga.
La esperanza de todos está en que el virus frene su avance con la llegada del verano y las temperaturas más altas. Sin embargo, el desconocimiento sobre el virus de influenza aviar puede hacer que con la vuelta de las temperaturas más frescas del otoño, el virus reaparezca.
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