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Creencias, conocimientos y consumo de carne de pollo por parte de médicos
12 January 2016El objetivo de este estudio fue conocer y cuanticar la creencia referida, la frecuencia de consumo de pollo, las fuentes de información utilizadas para fundamentar las recomendaciones y la percepción de este producto como un alimento saludable por parte de médicos que se desempeñan en instituciones de salud pública y privadas.
Resumen de artículo publicado en Actualización en Nutrición Vol. 16 Nº 3 Septiembre de 2015 por: Marta Sánchez, Natalia Echegaray, Alicia Rovirosa, Mariana Munner, Raúl Sandro Murray, Grupo de Trabajo Alimentos, Sociedad Argentina de Nutrición.
Existe la creencia popular de que los pollos, durante su crianza, reciben hormonas para acelerar su desarrollo y así lograr, en forma rápida, un mayor peso. En la actualidad no existen estudios que avalen esta presunción.
Los objetivos de este estudio fueron conocer y cuanticar la creencia referida, la frecuencia de consumo de pollo, las fuentes de información utilizadas para fundamentar las recomendaciones y la percepción de este producto como un alimento saludable.
Se realizó un estudio observacional, descriptivo, de corte transversal. El muestreo fue no probabilístico, por conveniencia. Se entrevistaron 116 médicos de diferentes especialidades de instituciones de salud públicas y privadas de la Ciudad de Buenos Aires y del Gran Buenos Aires,
entre octubre de 2013 y abril de 2014. Se tabularon las 116 encuestas documentadas en un Excel con los datos registrados y se procedió al análisis estadístico utilizando el STATA y Excel.
Resultados de las encuestas
El 98,3% de los médicos encuestados mencionó consumir pollo. De éstos, el 55,3% lo hacía dos o más veces por semana. Del total, el 79,3% lo consideró un alimento saludable ya sea por su valor nutricional (50%) o su bajo contenido de grasa (40,2%).
El 60,3% recomendó pollo a sus pacientes por su valor nutricional (61,4%) y su bajo contenido lipídico (31,4%), mientras que un 16,4% lo desaconsejó, principalmente debido a la presencia de hormonas agregadas (73,7%, 14 médicos).
Entre los médicos que no recomendaron el consumo de pollo, las principales fuentes de información utilizadas para realizar sus indicaciones fueron los medios masivos de comunicación. Por otro lado, quienes lo recomendaron señalaron como fuentes de información principal a las revistas de divulgación científica.
El 54,3% de los profesionales consideró que se agregan hormonas para acelerar el crecimiento de los pollos. Sin embargo, casi la mitad no supo indicar la hormona utilizada, y el resto (31,7%) mencionó en su mayoría a los estrógenos.
¿Por qué se cree que se alimentan los pollos con hormonas?
La creencia en la utilización de hormonas exógenas en la crianza del pollo para acelerar su crecimiento ha sido observada previamente en Argentina, tanto en la población general como en médicos pediatras. En el presente estudio, 54% de los médicos encuestados consideró que se agregan hormonas durante su crianza para acelerar el crecimiento de los pollos.
Esta cifra es similar a la de una encuesta realizada por integrantes del grupo de Trabajo de Alimentos de la Sociedad de Nutrición en pacientes de Buenos Aires y Gran Buenos Aires, en la que se observó que más de la mitad de los pacientes manifestó la misma creencia.
Además el 32% de los pediatras entrevistados por Rodríguez Arias indicó que el consumo de pollo puede implicar algún riesgo para la salud del niño, mencionando en primer lugar a la presencia
de hormonas.
En un estudio en Costa Rica resultó frecuente la mención de la presencia de hormonas para acelerar el crecimiento de los pollos, tanto en la población general como en profesionales de la salud.
Un factor a tener en cuenta es que muchos de los participantes de esta investigación han tenido la posibilidad de observar la crianza de pollos a nivel casero y tienden a compararla con la crianza comercial. De allí que asocien al crecimiento más rápido en las granjas comerciales vinculado a la utilización de hormonas.
Las menciones más frecuentes con respecto a los potenciales efectos adversos de la presencia de hormonas en alimentos incluyeron: mayor incidencia de ginecomastia, pubertad precoz en niños, telarca precoz, aumento de cáncer de mama y mayor incidencia de recidivas y metástasis en pacientes que han sufrido cáncer de mama, entre otros.
Luego de una revisión sistemática de la bibliografía, no se hallaron evidencias acerca de relación entre el consumo de pollo y las mencionadas patologías.
Un antecedente que probablemente ha dado origen a la creencia sobre el uso de hormonas en pollos es la existencia de algunos casos de ginecomastia en hombres que consumieron cogote de pollo con implantes de dietilbestrol en los años 1950.
Hecho: no se usan hormonas en pollos
En contraste con esta generalizada creencia, es importante señalar que las autoridades sanitarias realizan controles y además existen legislaciones nacionales e internacionales que prohíben el agregado de hormonas.
La selección genética, sumada a las mejoras en la nutrición, manejo y saneamiento son los responsables de la acelerada velocidad de crecimiento que presentan los pollos en la actualidad.
Por otra parte, dado que el pollo es faenado muy joven, resulta siológicamente imposible que responda a la acción hormonal debido a que presenta durante todo su período de crianza un “eje somatotrópico de crecimiento” muy activo, con niveles muy altos de somatotropina y somatomedina circulantes, así como de expresión de receptores IGFRI en los tejidos periféricos.
Esto torna prácticamente imposible lograr una respuesta al estimular iatrogénicamente un sistema que se encuentra trabajando al máximo de su potencial. La administración de hormonas estrogénicas no generaría un crecimiento mayor en los pollos. Por lo tanto, las hormonas no son ecaces a la edad de crianza del pollo parrillero y por ello esta práctica no se realiza.
Los médicos sí consumen pollo
A pesar de la generalizada creencia de la utilización de hormonas, prácticamente todos los médicos encuestados consumen pollo y el 87% lo hace al menos una vez a la semana. La mayor parte de los profesionales consideró que el pollo es un alimento saludable, destacando su valor nutricional y/o su bajo contenido de grasa. La mayoría manifestó recomendar el consumo a sus pacientes y basa su información en revistas de divulgación científica y en menor frecuencia, en libros.
Entre los médicos que no consideraron al pollo como un alimento saludable, aproximadamente la mitad fundamentó su creencia principalmente en el hecho de que “tiene hormonas agregadas” y pasan su información en medios masivos de comunicación y en menor porcentaje, en comentarios de un colega.
Una pequeña proporción de los médicos que no recomienda el consumo de pollo menciona que este producto contiene mucha grasa. Sin embargo, debe tenerse en cuenta que más del 70 % del tejido adiposo del ave es de fácil remoción y que a su vez existen cortes del animal que son muy magros como la pechuga sin piel.
El muestreo realizado fue no probabilístico, por conveniencia, encuestándose a médicos de determinadas especialidades que ejercen en instituciones de salud públicas o privadas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y del Gran Buenos Aires a las que los encuestadores tienen acceso. Por lo tanto los resultados no pueden generalizarse al total de médicos que ejercen en esa región, pero constituyen un dato exploratorio que indica que la creencia del agregado de hormonas está extendida entre los profesionales de esas especialidades.
Conclusiones
La mayoría de los encuestados mencionó consumir pollo, y lo consideró un alimento saludable por su valor nutricional y/o por su bajo contenido de grasa. Más de la mitad recomendó el consumo a sus pacientes.
Sin embargo, el 54,3% consideró que los pollos tienen hormonas agregadas.
Por esa razón consideramos que es necesario brindar información basada en la evidencia científica, tanto a los profesionales de la salud, a la comunidad en general y a los medios de comunicación que actúan como difusores masivos de mensajes al consumidor.
Referencia
Lea el estudio completo: Creencias, conociminetos y consumo de carne de pollo por parte de médicos que desempeñan en instituciones de salud públicas y privadas
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