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Principios básicos de salud aviar: prevención de enfermedades
14 September 2015La prevención de enfermedades se sustenta principalmente en programas específicos y en prácticas consolidadas de manejo que impiden la entrada a la explotación de las enfermedades infecciosas y frenan, antes de que se inicien, las no infecciosas.
Los avicultores y las empresas integradoras que siguen este enfoque otorgan una mayor importancia a los programas de prevención de enfermedades y a los gastos asociados que al ahorro a corto plazo y a los tratamientos provisionales, tal y como apunta el Servicio de extensión universitaria del Estado de Misisipi, EUA, MSUCares.
Se trata fundamentalmente de una actitud mental y de una postura que reconoce el riesgo siempre presente de enfermedad y el hecho de que la prevención no acarrea costes netos.
Compensa la inversión realizada, y con creces.
El hecho de no seguir un programa de prevención de enfermedades genera a menudo frustración personal y, a veces, enormes pérdidas económicas.
Un lote de aves en el que se ha instaurado un buen programa de seguridad y salud es una verdadera delicia, y una fuente de orgullo y beneficios.
Control de enfermedades
Un programa adecuado de control de enfermedades contempla tres aspectos u objetivos principales:
Reducir la exposición a los microorganismos patógenos mediante una higiene adecuada y un buen manejo del estrés.
Aumentar la resistencia de las aves a las enfermedades aplicando procedimientos recomendados de vacunación.
Tratar los brotes con medicación específica y eficaz frente a la enfermedad tratada.
Las patologías han supuesto sistemáticamente un importante factor limitante de la rentabilidad de la producción. Algunas enfermedades se originan por la transmisión de patógenos a través de huevos procedentes de lotes de reproductores infectados.
Otras enfermedades irrumpen en la explotación avícola de la mano de vectores, como las aves silvestres o incluso el personal de la granja.
La enfermedad aparece cuando la exposición al patógeno y su virulencia superan la resistencia del hospedador.
Los desinfectantes permiten reducir el tiempo de exposición y el número de microorganismos. En cuanto a las vacunas, ayudan a desarrollar la resistencia natural y la inmunidad de las aves.
La medicación y los fármacos, por su lado, contribuyen a combatir los patógenos una vez han superado las defensas naturales de las aves.
La mayoría de las enfermedades pueden erradicarse de la explotación aplicando los principios básicos de higiene y manteniendo unas excelentes condiciones sanitarias.
Otras enfermedades son más difíciles de eliminar, pero pueden llegar a controlarse mediante el uso adecuado de limpiadores y desinfectantes.
Si no se consigue mantenerlas bajo control, el potencial de contaminación microbiana y de propagación de enfermedades infecciosas en los lotes de aves se convierte en una verdadera amenaza para el éxito de cualquier explotación.
Saneamiento
Saneamiento es una palabra bastante sencilla que solemos utilizar en nuestras conversaciones diarias para referirnos a las condiciones del entorno que favorecen la salud de los animales. Son de hecho estas prácticas de higiene las que previenen las enfermedades o la contaminación por microorganismos patógenos.
En su mayoría consisten en simples aplicaciones mecánicas.
No son procedimientos sofisticados y suelen precisar de muy poca inversión. Estas prácticas de manejo requieren una actitud positiva, un programa realizable y una aplicación adecuada.
La limpieza de una nave o de una sala de incubación se puede llevar a cabo de forma práctica.
A cada vez, el proceso requiere tiempo, mano de obra, energía y dinero, por lo que la tarea debe realizarse de forma correcta para lograr los mejores resultados.
Solo con la desinfección no se logra un buen control de las enfermedades, pero esta práctica combinada con otras medidas de control es de gran ayuda a la hora de reducir la incidencia de muchas de ellas.
Vacunación
La vacunación es una de las medidas más eficaces para prevenir enfermedades específicas.
Este es el motivo por el cual vacunamos a las aves, para que queden protegidas de brotes infecciosos repentinos.
La exposición a un virus estimula una respuesta inmunitaria que confiere una mayor protección en comparación con otro tipo de microorganismos, por lo que la mayoría de vacunas indicadas en aves actúan frente a enfermedades víricas, como la enfermedad de Newcastle, la bronquitis infecciosa, la laringotraqueítis, la viruela aviar o la bursitis infecciosa (enfermedad de Gumboro).
Los microorganismos patógenos pueden clasificarse en función de su tamaño. Así, de menor a mayor, cabe citar a virus, bacterias, hongos, protozoos y parásitos.
Todos excepto los virus son sensibles a los antibióticos y a otros fármacos, por lo que se dispone de tratamiento farmacológico en caso de aparición de un brote. Puesto que los virus no son susceptibles a los antibióticos y a otro tipo de fármacos, su control depende totalmente de la prevención a través de la desinfección, el aislamiento y la vacunación.
La vacunación consiste básicamente en introducir en el ave una sustancia biológica específica (el antígeno) con el fin de estimular el desarrollo de la resistencia o de la inmunidad frente a una enfermedad concreta.
Normalmente la sustancia biológica escogida son algunos microbios vivos causantes de la enfermedad ante la que queremos proteger a nuestras aves.
La presencia de estos microorganismos en la sangre del ave estimula el mecanismo de defensa del animal y desencadena la producción de anticuerpos responsables de atacar al virus patógeno en caso de exposición.
Los científicos han desarrollado formas debilitadas (atenuadas) de la mayoría de virus patógenos para minimizar el riesgo de aparición de la forma grave de la enfermedad.
Las vacunas elaboradas con virus muertos pueden estimular también, en el caso de algunas patologías, la producción de anticuerpos. En ese caso, se utiliza en la fabricación de la vacuna este tipo de virus 100 % seguro.
La protección a corto plazo frente a una enfermedad determinada puede obtenerse también mediante la administración de un antisuero que contiene anticuerpos inducidos previamente en otras aves por la exposición a ese patógeno.
Los llamados brotes vacunales se producen cada cierto tiempo.
Factores que influyen en la respuesta a la vacuna
En las aves son muchos los factores que influyen en la respuesta a la vacuna y la mayoría dependen del hospedador y del entorno.
Rara vez se logra tener en cuenta el conjunto de todos estos factores cuando se inicia un programa de vacunación.
Generalmente se alcanza cierta inmunidad protectora tras la vacunación, aunque la vacuna por sí misma no puede garantizarla.
Cuando la vacuna falla, debe revisarse por completo el programa de vacunación.
Aunque la vacunación permite frenar el desarrollo de muchas patologías aviares, algunos fármacos y antibióticos son necesarios para ayudar a mitigar los síntomas de un gran número de enfermedades.
El conjunto de estos fármacos forma una lista variada de sustancias y muchos son específicos para una enfermedad concreta o un grupo similar de patologías.
Periódicamente aparecen nuevos medicamentos en el mercado y muchos otros se encuentran en fase de investigación.
Para ser eficaces, los fármacos deben llegar hasta los microorganismos patógenos alojados en el cuerpo de las aves. Muchos medicamentos matan por contacto, debilitan al patógeno o alteran su ciclo vital.
La medicación puede administrarse mediante una inyección o a través del pienso o del agua de bebida.
Uso de fármacos
La mayoría de fármacos son sustancias químicas que interrumpen el ciclo de vida del patógeno.
Puesto que en su gran mayoría son cuantitativos, su actividad depende de la cantidad o dosis que se administre al ave.
Algunos medicamentos son eficaces cuando se suministran en grandes cantidades por un periodo corto de tiempo; otros, en cambio, deben administrarse en pequeñas cantidades diarias durante un tiempo prolongado.
Para que sean eficaces, debe respetarse la posología recomendada por el fabricante.
Los resultados previstos no se obtienen con cualquier dilución.
Algunos fármacos proporcionan resultados excelentes en términos de prevención, pero pueden tener un efecto perjudicial sobre las aves.
Por lo tanto, no hay que administrar nunca una dosis mayor a la recomendada.
Cuando un ave recibe un fármaco durante un periodo largo de tiempo, especialmente a dosis bajas, algunas especies de bacterias pueden desarrollar resistencia y, a la larga, esta resistencia se vuelve tan grande que el fármaco pierde su eficacia.
La resistencia suele aparecer en el caso de los fármacos que se absorben por el intestino (fármacos sistémicos) aunque se han descrito casos de resistencia a fármacos administrados por otras vías, como la bacitracina.
Antibióticos
Los antibióticos son medicamentos utilizados en el control de enfermedades.
Normalmente solo son eficaces en el caso de patologías causadas por bacterias o microorganismos relacionados.
No ejercen ninguna acción frente a las infecciones víricas a excepción de lograr reducir el estrés causado en las aves por la aparición secundaria de otras infecciones bacterianas, micosis o parasitosis.
Los efectos beneficiosos de los antibióticos son el resultado de la capacidad que tienen de alterar varias fases del metabolismo celular de la bacteria.
Los antibióticos impiden que las bacterias se multipliquen siempre y cuando su cantidad sea lo suficientemente grande como para atacar a cada una de las bacterias presentes. Si hay un gran número de bacterias y la cantidad de antibiótico es pequeña, el medicamento no podrá ejercer todo su efecto.
Los antibióticos también alteran la flora intestinal.
Algunos fármacos utilizados en avicultura ejercen un efecto importante en el tratamiento de enfermedades específicas; otros ofrecen un menor valor terapéutico y algunos no son eficaces.
En algunos casos, los patógenos han desarrollado resistencias que modifican la eficacia del fármaco.
Los laboratorios de diagnóstico utilizan una técnica conocida como antibiograma para determinar qué antibióticos son eficaces en el tratamiento de una enfermedad determinada.
De hecho, el antibiograma identifica no solo los antibióticos que son eficaces, sino que también indica los que no lo son en el tratamiento de una enfermedad concreta.
La administración correcta de la medicación requiere que se sigan todas las instrucciones y precauciones indicadas en la etiqueta del producto.
Hay que asegurarse de que se cumple la posología, la vía de administración y el tiempo de espera exigido.
Utilice solo aquellos fármacos aprobados por la agencia veterinaria del Gobierno para la enfermedad aviar que desea tratar.
Mantenga registros detallados
Independientemente de los productos empleados, mantenga un registro detallado de todas las vacunas y fármacos que administre a las aves.
Anote la fecha, el número de lote del producto y todos los datos pertinentes que pueda necesitar para realizar un seguimiento del estado sanitario del lote.
Recuerde que todo tipo de aves puede verse afectado por una enfermedad y que todo tipo de personas cría aves.
Los brotes nunca discriminan.
El avicultor que realiza un buen control sanitario de sus animales también contribuye a fomentar un buen estado sanitario de las aves alojadas en las explotaciones vecinas.
Los productores que ejercen de buenos vecinos son un bien valioso en la prevención de enfermedades y en la erradicación de los problemas asociados.
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